Dr Luis Barrios Tassano

Reseña histórica

 

El terreno.

 

En el predio en que actualmente se encuentra el Liceo N° 2 de San Carlos, antiguamente se hallaban grandes viñedos.

Estos estaban aproximadamente en la zona comprendida desde Av. Ceberio hasta el Molino Lavagna y desde la calle Treinta y Tres hasta la Escuela Agraria inclusive.

En la esquina de Av. Rodó se ubicaba la bodega donde se procesaba y almacenaba el vino, siendo originalmente de un italiano de apellido Brescia.

El vino, luego, era vendido en el entonces pueblo de San Carlos y sus aledaños (Maldonado, Pan de Azúcar, etc.)

Luego estos viñedos pasaron a ser propiedades de los señores Lavagna y Fígoli.

Después el terreno fue comprado por la Sra. Juana García de Cuñetti quien hizo construir viviendas precarias. El transcurrir de los años convirtió esa edificación en ruinas.

 

En el año 1994, el crecimiento demográfico de San Carlos, determinó una superpoblación estudiantil, que impulsó a las autoridades a crear un nuevo Liceo. El predio de la vieja bodega resultó ser el más indicado por su proximidad con la Terminal de ómnibus, lo que implica fácil acceso desde todos los aledaños de la ciudad (muchos de nuestros alumnos concurren desde zonas rurales).

 

 

Los fondos

Los fondos financieros con los que se pudo contar para crear esta institución, tienen una larga historia que comienza en 1752 con el hundimiento de la fragata portuguesa "Nuestra Señora de la Luz".

El barco naufragó el 3 de julio de 1752, cuando salía del puerto de Montevideo y fue sorprendido por un fuerte temporal. Según los documentos históricos que maneja equipo de Collado (el descubridor de sus restos), el naufragio se fue desarrollando desde el puerto hasta lo que hoy es la playa Carrasco convirtiéndose en la primera gran tragedia marítima de Montevideo.

Inmediatamente se comenzó la búsqueda del tesoro, que fue localizado cinco meses más tarde. En los años posteriores al hundimiento, "buzos de pecho" rescataron gran parte del mismo. Estos buzos trabajaban cubriendo sus cuerpos con grasa y ropa de cuero e ingiriendo bastante alcohol para evitar el frío. Cobraban el 3% de lo que traían a superficie y muchas veces morían en el intento.

Recién en 1992 el buzo e investigador argentino Rubén Collado, que comanda las tareas de búsqueda y rescate del navío hundido, detectaron los restos del galeón a un kilómetro de la costa frente a la playa La Mulata, a 12 kilómetros del centro de Montevideo, tras 24 expediciones fallidas.

Los buzos se sumergieron en las turbias aguas del Río de la Plata y guiándose por el tacto, ya que la visibilidad es prácticamente nula, y ayudados por detectores de metales, en principio lograron ubicar dos cañones, contó a Clarín Guillermo Cabrera, socio de Collado.

En realidad, Collado había iniciado la búsqueda de otro barco, llamado El Preciado, pero encontró a Nuestra Señora de La Luz. De cualquier forma, por contrato, se puede rescatar el barco buscado y/o cualquier otro que esté en la zona concedida para explorar.

NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ, era un velero de guerra portugués que estaba al servicio de España cuando se hundió. Allí pudo encontrar la bodega de este barco en una restinga, donde se hallaron cañones, anclas, petacas y 3.000 monedas de oro.

Ese rescate fue el mayor éxito de Collado en sus 18 años de trabajo en el Río de La Plata; las monedas y piezas de oro fueron subastadas en Nueva York por un monto de tres millones de dólares, otorgando al buscador de naufragios fama y prestigio internacional, de los que el Estado por ley, se quedó con el 50%.

Entonces el Estado emitió el decreto 178/992 con el fin de distribuir las riquezas entre distintas entidades estatales.

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